miércoles, 28 de noviembre de 2012

El piloto que pasó a la eternidad en una curva


Es llamativo que en un país extremadamente futbolero como lo es Brasil, un automovilista sea el máximo ídolo de todos los tiempos pero es así; Ayrton Senna se ganó el cariño no solo de su país sino que del mundo entero gracias a su humildad y su carisma dentro de las pistas, desde sus comienzos en la Formula 1 hasta su trágico final en el Gran Premio de San Marino, siendo eternamente recordado.

Con apenas cuatro años, el pequeño Ayrton comenzó dar sus primeras vueltas en un karting hecho por su padre con el motor de una máquina cortadora de césped. Nadie se imaginaría que, a partir de ese momento, comenzaba un romance entre Senna y la velocidad que perduraría a lo largo del tiempo. Tras varios títulos en kartings y habiendo hecho experiencia en Inglaterra, obteniendo títulos de categorías menores como la Formula Ford 1600, la F2000 y la F3; en 1984 a Seninha le llegó la oportunidad de correr en la máxima competición del automovilismo internacional: La Formula Uno.


Con el Hart TG 183B de la escudería Toleman.
El equipo que puso sus ojos en él fue el modesto Toleman, escudería británica sin una historia relevante pero que confiaba plenamente en el joven brasileño. En esa primera temporada, Ayrton comenzó a demostrar destellos de su calidad al volante, como en el GP de Mónaco, donde escaló del decimocuarto al segundo lugar bajo una lluvia torrencial (cabe aclarar que en esas condiciones climáticas era cuando mejor se sentía en la pista).

Tras el primer año en la elite del automovilismo, Senna buscó un desafío mayor, es por eso que se fue a la escudería Lotus. En ella permaneció por tres temporadas y empezó a agigantar su leyenda tanto fuera como dentro de las pistas. En el '85 obtiene su primer éxito en el GP de Portugal y luego repite en Bélgica. En sus tres temporadas en Lotus, el paulista obtuvo seis triunfos y empezó a forjar una admiración en el público del mundo entero pero principalmente el brasileño, que cada domingo prendía la televisión para ver a su orgullo acelerar más rápido que nunca en cada recta.

Senna a bordo del Lotus, donde obtuvo seis victorias en tres temporadas.
El equipo Lotus le quedó chico: para la temporada 1988, Senna decidió dar un paso más en su carrera ascendente y pasó al equipo Mclaren, dominador de la categoría por entonces y, además, liderado por un gran estratega como Ron Dennis. En esa escudería, Ayrton pudo sacarse la espina y se consagró campeón en su primer temporada, ganando ocho carreras y siendo escoltado por su compañero de equipo, Alain Prost, con 7. Los Mclaren MP4/4 dominaban ampliamente la escena y el protagonismo de ambos pilotos empezó a generar conflictos. Era entendible: dos pilotos campeones y con ambiciones personales no podían compartir equipo.

En el ´89 las diferencias entre Senna y Prost ya eran irreconciliables. El francés ganó el titulo en una carrera polémica en el autódromo de Suzuka, Japón en la que Ayrton fue descalificado por una maniobra ilegal para la FIA. Al año siguiente, el Profesor Prost se fue a Ferrari. El piloto brasileño ya tenía la paz que necesitaba para volver a ser campeón, y así fue: Senna capturó los campeonatos de 1990 (con otra polémica en Suzuka con el francés) y 1991, demostrando su superioridad frente al resto de los pilotos; con tan solo 31 años ya era tricampeón de Formula Uno. Ayrton había llegado a la historia grande del automovilismo para quedarse y aún quería más.

En 1992 la dinastía de Mclaren se terminó. Williams había desarrollado autos con mucha más tecnología y con motores más potentes y Ayrton poco pudo hacer contra esos coches. Damon Hill se quedó con el campeonato y el brasileño apenas llegó al cuarto puesto. Al año siguiente, ocurrió algo parecido pero quien se llevó los laureles fue su más acérrimo rival: Alain Prost, quien había regresado del retiro para formar parte de Williams. Senna terminó segundo ganando 5 carreras, incluida la última del año en Australia; ese sería el último podio de su vida.
Senna posando junto a su Williams

Cansado de los malos resultados con Mclaren, el piloto paulista en 1994 cruzó la vereda y se fue a Williams a ocupar el lugar que dejó vacante el último campeón, el Profesor Prost. En esta nueva escudería nunca pudo sentirse a gusto con su auto y eso se notó en su rendimiento; Senna tuvo su peor arranque de temporada con dos abandonos en Brasil y Japón.

El coche de Senna después de la tragedia.
En la tercer carrera del año llegaría el desenlace trágico de este gran piloto: el 1° de mayo de 1994 su Williams se estrelló a más de 210 kilómetros por hora en el paredón de la curva Tamburello, en el autódromo de Imola, San Marino. Horas después fallecía en un hospital de la zona; el fuerte choque le había producido secuelas irreversibles en su cráneo. Uno de los más grandes pilotos se iba de este mundo con tan solo 34 años, la tristeza se apoderaba de todo Brasil. Tan solo un día después del choque fatal de otro piloto, el austríaco Roland Ratzenberger, en la clasificación. Después de estas dos tragedias, las reglas de seguridad en las pistas se incrementarían notablemente .

El multitudinario adiós al ídolo brasileño.
El 4 de mayo el cuerpo del campeón llegó a su país natal, allí el presidente Itamar Franco estableció tres días de duelo y fue velado en la Asamblea Legislativa de San Pablo. A la ceremonia asistieron más de 250 mil personas y cerca de 2 millones acompañaron el féretro hasta el cementerio Morumbí, donde hoy se encuentran descansando sus restos y miles de personas visitan durante todo el año.

Meses antes de morir, Ayrton Senna quería crear una institución que ayude a los chicos de pocos recursos de su país. Lamentablemente no pudo ver ese organismo creado, pero su hermana Viviane cumplió el sueño de su hermano menor y creó el Instituto Ayrton Senna: una fundación que le da apoyo educativo y médico a miles de niños brasileños en situación de calle, todo en base a los ingresos por productos con la imagen del piloto; desde motos hasta tarjetas de crédito, incluso los productos infantiles del personaje "Seninha" que son furor en el país carioca. La fundación ya recaudó más de 35 millones de dólares y tiene como eslogan: "desarrollar el potencial de las nuevas generaciones". Hace 18 años que se fue de este mundo, pero mediante el instituto que lleva su nombre, el legado de Ayrton Senna, ese piloto tan querido por la gente, está más vivo que nunca.

Palmares de Ayrton Senna

  • Campeón paulista de kartings júnior en 1973 y 1975.
  • Campeón nacional de kartings 100 cc en 1978, 1979, 1980 y 1981.
  • Campeón sudamericano de kartings 100 cc en 1977, 1978 y 1980.
  • Subcampeón mundial de kartings 100 cc en 1979 y 1980.
  • Campeón de Formula Ford 1600 en 1981 (Escudería Vaindeiman).
  • Campeón de Formula Ford 2000 en 1982.
  • Campeón de F3 británica en 1983 (Escudería West Surrey).
  • Campeón de F1 en 1988, 1990 y 1991.


Estadísticas de Senna en la F1

Mclaren: la escudería en la que ganó sus tres títulos.
  • Primer carrera: 25/03/1984 en el circuito de Jacarepaguá, Brasil.
  • Participó de 161 grandes premios.
  • 41 victorias en la categoría.
  • 65 poles positions.
  • 19 récords de vuelta.


Datos curiosos

  • La noche anterior a la trágica carrera de Imola le dijo por teléfono a su novia que no quería correr porque intuía que algo malo le iba a pasar.
  • Cuando los oficiales de la carrera sacaron de su auto a Senna para reanimarlo encontraron una bandera de Austria. Pensaba homenajear a Roland Ratzenberger.
  • Hoy en día, en la curva de Tamburello hay una estatua suya en la que la gente le deja flores y cartas.
  • En 1991 ganó su única carrera en Brasil, corriendo las últimas seis vueltas con la caja de cambios trabada.
  • Tuvo un romance con la popular estrella infantil Xuxa.
  • En una encuesta realizada en el año 2000 en su país salió como el héroe más querido de todos los tiempos.
  • Ganó el 60% de las carreras bajo lluvia que corrió en F1.
  • Su máximo ídolo era Juan Manuel Fangio.

El accidente que le puso fin a su vida




Senna en acción




El trailer del documental sobre su vida




miércoles, 14 de noviembre de 2012

Gottfried Von Cramm, el tenista que le dijo no a Hitler




A mediados de la década del 30, en pleno apogeo del gobierno nazi de Adolf Hitler, en Alemania había un tenista que resaltaba tanto por su talento en los courts como por su caballerosidad dentro y fuera de ellos. Estoy hablando del Barón Gottfried Von Cramm, el primer alemán en ganar un Grand Slam y uno de los mejores tenistas de esa época en que todavía existía el amateurismo, que lentamente iba desapareciendo.

En el seno de una familia aristocrática de la ciudad de Nettingler, en Hannover, Baja Sajonia; el 7 de julio de 1909 Jutta Von Steinberg daba a luz a su tercer hijo: el pequeño Barón Gottfried Alexander Maximilian Walter Kurt Von Cramm. Toda su infancia la vivió en el castillo que pertenecía a su familia, hasta que ya más grande decidió irse a vivir a Berlín para estudiar. Su familia quería que sea un diplomático.

Ya en la capital alemana, Von Cramm compartía sus tiempos de estudio con la práctica de tenis en el Rot-Weiss Tennis Club. De a poco comenzó a darse cuenta que tenía el talento suficiente para competir, y al no pasar necesidades económicas urgentes decidió dejar los estudios y dedicarse de lleno al deporte blanco. Es así que  ganó en cuatro oportunidades el Campeonato de Alemania y en 1932, con tan solo 23 años, integró por primera vez el equipo alemán de Copa Davis, demostrando ya que era uno de los mejores tenistas del país.

En 1933, gana el dobles mixto de Wimbledon, en pareja con Hilde Krahwinkel. Al año siguiente, ya con Hitler como Führer de su país, el Barón gana su primer Grand Slam: el Abierto de Francia. Su popularidad dentro de Alemania, principalmente, y en el mundo se acrecentó cada vez más.

El saque de Gottfried Von Cramm
Hitler, al ver a un jugador tan exitoso y que encima tenía los rasgos de lo que él consideraba la raza aria, no veía la hora de sumarlo a su partido, ya que era "el mejor embajador del país". Von Cramm era una persona honesta y no compartía para nada la ideología del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), sino, todo lo contrario. Él ya se había opuesto a este régimen cuando le prohibieron a su colega Daniel Prenn representar al país en Copa Davis por ser un judío. Además, cada vez que estaba en el exterior aprovechaba para criticar a ese gobierno.

Pero el Führer seguía obsesionado con tener al Barón Von Cramm de aliado, es así, que mediante el mariscal Hermann Göring le llegó a ofrecer eliminar todas sus hipotecas a cambio de sumarse a su partido. Gotffried, fiel a sus pensamientos, le respondió: "Ahora tengo más razones para no sumarme a su partido". El tenista se estaba ganando un enemigo muy poderoso y, tarde o temprano, sufriría las consecuencias de ello.

Mientras, Von Cramm siguió con su exitosa carrera. Llegó a las finales del Abierto de Francia y Wimbledon 1935, en ambas derrotado por el británico Fred Perry. En 1936, se tomó revancha y venció al inglés en la final del Abierto de Francia, conquistando su segundo Grand Slam parisino. En el All England no pudo repetir y cayó en el partido definitorio ante el mismo rival.

El año 1937 era una gran oportunidad para que Von Cramm por fin pueda sacarse la espina en la catedral del tenis, ya que Fred Perry se había pasado al profesionalismo, pero una vez más no pudo ser. El estadounidense Don Budge lo venció en sets corridos, y una vez más lo privó de levantar el trofeo dorado. Algunos días después, se volvieron a enfrentar en la misma cancha, pero en diferentes circunstancias. Alemania y Estados Unidos jugaban la final interzonal de la Copa Davis para ver quien enfrentaba al campeón reinante: Gran Bretaña.

Von Cramm y Budge, antes de la gran batalla de Copa Davis
La serie llegó al quinto punto del domingo empatada en 2, debían definir Budge y Von Cramm. Este partido  era de trascendental importancia para Hitler y su obsesión con dominar el mundo y así se lo hizo saber al jugador alemán. Antes de salir a la cancha, el Führer lo llamó por teléfono y le informó que debía ganar o ganar. El único testigo de esta situación fue el propio Budge, quien señaló que lo escuchó decir "Ja mein Führer" antes de cortar y vio palidecer su cara de espanto. También, entre los 15 mil asistentes al partido, estaban Joachin Von Ribbentrop, embajador alemán en Reino Unido; y Hans von Tschammer und Osten, ministro de deporte. No esperaban menos que una victoria.

Nunca se sabrá si impulsado o no por las amenazas, pero el Barón Von Cramm arrancó el encuentro superando ampliamente a su rival, según contó años después el mismo Don Budge:  "Yo estaba jugando tenis a un gran nivel. Pero los pocos errores que yo cometía, él cometía menos". El alemán se llevó las primeras dos mangas por 8-6 (todavía no existía el tie break) y 7-5.  El estadounidense, que al año siguiente ganaría los cuatro Grand Slams, no se dio por vencido y remontó el pleito con un 6-4 y 6-2.

El último set definiría mucho más que una serie de Copa Davis. El jugador europeo, en base a su gran saque, se puso 4 a 1 arriba. Parecía que se iba a llevar el partido, pero Budge resurgió de las cenizas e igualó el score en 4. El partido era cada vez más dramático; la tensión se acumulaba y el público vibraba con el espectáculo que estaban observando. Finalmente, Don Budge se llevó el definitivo set por 8-6 y con el le dio la serie a Estados Unidos. Había terminado uno de los mejores partidos de la historia de la Copa y Von Cramm, con su caballerosidad característica, le dijo a su vencedor: "Este fue uno de los mejores partidos que jugué en mí vida. Estoy muy contento de haber jugado contra vos, felicitaciones". Esta derrota le iba a costar mucho más de lo que pensaba.

Luego de perder ese partido, tuvo su revancha otra vez contra el mismo rival, pero en la final del US National Championships (hoy US Open) y perdió otra vez. Quizá, su consuelo fue ganar el dobles junto a su compatriota Henner Henkel. En su estadía en Nueva York, Von Cramm aprovechó para asistir a una protesta anti nazi encabezada por el actor Groucho Marx. A cada segundo que pasaba, más se enemistaba con Adolf Hitler y en ese momento eso era muy peligroso.

El Barón Von Cramm junto a Adolf Hitler
Luego de la extensa gira, el 4 de mayo de 1938, el Barón volvió a su hogar para descansar. Al día siguiente de haber llegado, dos agentes de la Gestapo, las fuerzas de seguridad nazis, lo fueron a arrestar. La acusación era por irregularidades sexuales, pero claramente era una ofensiva de Hitler contra su actitud opositora. Por más que Von Cramm era homosexual, esa no fue la principal razón para arrestarlo.

El 18 de mayo fue condenado a un año de encierro en la prisión berlinesa de Lerhterstrasse. Los diarios alemanes no difundieron el hecho. Enterado de esto, su viejo rival, Don Budge, juntó las firmas de más de 25 prestigiosos deportistas para que Hitler libere al tenista. Tras medio año, fue liberado por buena conducta. El rey Gustavo de Suecia, un amigo suyo (aunque se dice que fueron pareja), lo invitó a vivir a su castillo en Bodenburg y él fue. Muchos dicen que si no fuese por este amigo poderoso, a Gottfried lo hubiesen matado.

El torneo de Wimbledon del año 1939 era la ocasión perfecta para que se saque la espina: Había ganado contundentemente el torneo de Queens sobre césped y Budge se había pasado al profesionalismo. Pero no pudo ser, la organización no lo dejó participar por ser un exconvicto.

En 1942 debió dejar la raqueta de lado. La guerra de Stalingrado comenzaba y, por más que era un anti nazi, debía defender a su patria. Tras meses combatiendo, y con heridas en las piernas como consecuencia, volvió al castillo del rey sueco y recibió la Cruz de Hierro por su valentía en el frente de batalla. Una vez finalizada la guerra y con Hitler ya fallecido, volvió a Berlín para restaurar su tan querido Rot-Weiss Tennis Club, que había sido destruido como consecuencia de la guerra. En 1948 y 1949 volvió a ser campeón alemán y en 1951 volvió al césped inglés, aunque perdió en primera ronda. En ese mismo año volvió al equipo teutón de Copa Davis, en el que jugó hasta 1953, cosechando un récord de 82 victorias y 18 derrotas, el cuarto mejor registro de la historia de la competición.

En ese año ´51, comenzó con un negocio de importación de telas egipcias, por eso su vida transcurría entre Hamburgo, donde se ubicaba el negocio, y El Cairo. Cuatro años después, se casó con la millonaria Barbara Hutton, aunque tan solo duró cinco años el matrimonio. Muchos dicen que ese casamiento fue solo por una gran amistad que tenían y para ayudarla a ella con su adicción a las drogas. Después del fallido casamiento, se instaló en Egipto, donde manejaba su empresa.

Un 9 de noviembre de 1976, la muerte encontró al primer gran tenista alemán en un accidente automovilístico en la ruta camino a Alejandría. Años después, su ejemplo de comportamiento dentro de una cancha sigue siendo reconocido: La calle donde esta ubicado el Rot-Weiss Tennis Club lleva su nombre, además de la Copa Gottfried Von Cramm, que la disputan países en equipos, integrados por jugadores de más de 60 años. Para finalizar, un dato curioso: El 7 de julio de 1985, cuando Von Cramm hubiera cumplido 76 años, un jovencito llamado Boris Becker se convertía en el primer alemán que triunfaba en Wimbledon. El destino quizo que ese sea el mejor homenaje que el Barón haya podido recibir.


Gottfried Von Cramm en su último Wimbledon


miércoles, 31 de octubre de 2012

Luis Monti: el futbolista que jugó dos mundiales bajo amenaza



Mediocampista aguerrido, con mucho temple e impasable en la mitad de la cancha. Dueño de un remate violento y una gran seguridad en el juego aéreo; Luis Monti juntaba todas esas cualidades que lo hacían una pieza clave en el funcionamiento de cualquier equipo de fútbol. En las próximas lineas contaré la historia del único futbolista que jugó dos finales de Copa del Mundo para  países diferentes.

Nacido un 15 de mayo de 1901 en Buenos Aires, el Doble Ancho, como era apodado por su gran físico, dio sus primeros pasos en el Club Mitre, con el cual ascendió a la primera división argentina en 1920. Al año siguiente, el club por problemas económicos dejó de existir, entonces, el mediocampista recaló en Huracán.

En el club de Parque Patricios tuvo un corto paso, hasta que cruzó de vereda y se fue al equipo rival: San Lorenzo de Almagro. En el conjunto azulgrana empezó a tomar notoriedad dentro del fútbol nacional. Fueron 10 temporadas en las cuales ganó los campeonatos de 1923, 1924 y 1927.

En 1927 gana con la selección el Campeonato Sudamericano (hoy Copa América) disputado en Perú. Un año después la Argentina pierde con Uruguay en la repetición de la final de los Juegos Olímpicos de Amsterdam, pese al gol que marca el propio Monti en el primer partido de la final y gana la medalla de Plata. Para el Mundial del '30, Argentina llegaba como una gran candidata, y buscaba levantar la flamante copa Jules Rimet.

El conjunto nacional debutó el 15 de junio venciendo a Francia por 1 a 0 en Montevideo, gracias a un potente tiro libre de Luis Monti, marcando el que sería el primer gol argentino en Copas del Mundo. Luego, la albiceleste venció sin problemas a México y a Chile por 6 a 3 y 3 a 1, respectivamente. Ya en la semifinal, Argentina vapulea, con gol de Monti, por 6 a 1 a los Estados Unidos y se clasifica para la primera final del Mundial, nada más y nada menos que ante el equipo anfitrión, Uruguay.

Antes del encuentro definitorio, la delegación argentina sufre amenazas de todo tipo por parte de los fanáticos locales que buscaban no dejarlos descansar. Pero en especial, Luis Monti fue el principal blanco de amenazas, hasta de muerte, ya que era la pieza clave en el mediocampo. Los jugadores se dieron cuenta que si ganaban las cosas iban a terminar mal.

El 30 de julio de 1930, el estadio Centenario de Montevideo explotaba. Miles de uruguayos asistieron a apoyar a su seleccionado en busca de su primer Mundial. A los 12 minutos, los locales se ponían en ventaja gracias al gol de Pablo Dorado, todo parecía ser una fiesta para los charrúas. Pero 8 minutos después, Carlos Peucelle puso la paridad en el partido y a los 37 minutos Guillermo Stábile, goleador del torneo con 8 tantos, le daba la sorpresiva victoria parcial al conjunto albiceleste.
Luis Monti  y el Centenario de fondo

En el entretiempo, lo que en cualquiera de los casos sería un vestuario eufórico y exultante era todo lo contrario. Las caras tristes, el miedo y la incertidumbre se habían apoderado de ese vestuario argentino.. "Pibe, si ganamos hoy no salimos vivos", le explicaba nuestro protagonista a un juvenil Pancho Varallo que poco entendía la situación.

Esos once jugadores, que hasta ese momento no habían tenido algún sobresalto, empezaron a sentirse más visitantes que nunca. El propio Monti, años después contaría:
Al volver para el segundo tiempo había unos 300 milicos con bayonetas. A nosotros no nos iban a defender. Me di cuenta de que si tocaba a alguien, se prendía la pólvora. Entonces, les dije a mis compañeros: "Estoy marcado, pongan ustedes porque yo no puedo".
Las amenazas antes y durante el partido hicieron mella en ese jugador dueño de la mitad de la cancha e impasable. El Doble Ancho deambulaba en la cancha sin poder demostrar su categoría.
Finalmente, en el segundo tiempo Uruguay dio vuelta el partido, gracias a los goles de Pedro Cea, Victoriano Iriarte y Héctor Castro. Fue 4 a 2 para la celeste y su primera Copa del Mundo.

Luego de esta desilusión, Luis Monti pasaría un año sin jugar al fútbol hasta que  en 1931, buscando un mejor porvenir económico, emigró a la Juventus de Italia. Allí viviría su mejor etapa como futbolista, ganando cuatro Scudettos seguidos (1931/32, 1932/33, 1933/34 y 1934/35) y convirtiéndose en un jugador indispensable para el equipo. Gracias a sus buenas actuaciones en la Vecchia Signora, fue convocado a la selección italiana, en la que debutó en noviembre del ´32 en un partido amistoso.

Para el Mundial 1934, Monti era un número fijo en el equipo azzurro que sería el anfitrión de esa segunda edición del torneo más importante del fútbol internacional y podría tener su revancha después del triste final de la selección argentina en Uruguay. No era el único argentino en ese plantel: Atilio De María, Enríque Guaita y Raimundo Orsi eran los otros tres oriundi nacidos en Argentina que integraban el plantel.

Italia tenía un gran equipo, comandado en la cancha por el entonces delantero del Inter Giuseppe Meazza y tácticamente por Vittorio Pozzo. Pero, esa época era el apogeo de Benito Mussolini en el poder de la península itálica, y este vio como una gran propaganda el Mundial en su país y se obsesionó con este torneo. Es así que llegó a decirle al entrenador, días antes que arranque la contienda: "Usted es el único responsable del éxito. Pero que Dios lo ayude si llega a fracasar". Otra vez, las amenazas surgían alrededor de nuestro protagonista.
Luis Monti con la camiseta italiana

Con la presión sobrevolando en el aire, Italia comenzó su participación en el Mundial el 27 de mayo de 1934, venciendo fácilmente a Estados Unidos por 7 a 1, en Roma. Cuatro días después, en la instancia de cuartos de final empató con España, en un partido áspero y con mucha violencia que llegó hasta el tiempo suplementario, en el que los hispanos terminaron con casi medio equipo averiado.

En la repetición del último partido (ya que por entonces no existían los penales), Italia se deshizo de una España diezmada por la dura batalla anterior, venciéndola con gol de Meazza. En las semifinales, la azzurra venció a Austria en el San Siro, con una gran actuación de Monti, por 1 a 0 con gol de Guaita y entonces se clasificó a la gran final del torneo frente a Checoslovaquia.

La cita era el 10 de junio en el Estadio Olímpico de Roma, por entonces conocido como Estadio del Partido Nacional Fascista. Más de 50 mil italianos, entre ellos Il Duce como era conocido Benito Mussolini, estaban expectantes de lo que pasaría en ese partido.

El partido era muy parejo y en los primeros 45 minutos, ninguno de los dos equipos había podido romper la paridad. En el entretiempo las amenazas en torno al conjunto italiano empezaron a resurgir (se dice que el mismo Mussolini visitó al plantel, aunque no hay datos al respecto) y más aún en el segundo tiempo cuando, faltando 20 minutos para el final, el extremo izquierdo checoslovaco Puc adelantaba a su equipo en el marcador, aprovechando un córner. El estadio de un momento a otro se había silenciado,  Mussolini veía como su plan se iba por la borda y los jugadores empezaban a temer por su vida. Pero a los 81 minutos, Orsi, otro argentino, empataba el partido y hacía resurgir de las cenizas a una Italia que estaba al borde del abismo.
Los italianos celebrando su triunfo
El partido llegó al tiempo extra, y a los 5 minutos del mismo, Angelo Schiavio decretó la victoria del equipo local, para alegría de los tiffosi presentes en el encuentro. Italia era campeona del mundo y Luis Monti sobrevivía a otra situación tensa relacionada al fútbol.

Cinco años después, Monti regresó al continente americano para jugar en el Colo Colo chileno, donde ganó el campeonato Nacional de 1941, y se retiró en ese mismo equipo en 1943. Luego del retiro, ejerció como entrenador en varios clubes italianos, entre ellos la Juventus, y en el país también, con un paso por Huracán.

Ya alejado del mundo del fútbol, se instaló en la ciudad de Escobar, en la provincia de Buenos Aires y vivió allí el resto de su vida, hasta fallecer el 9 de septiembre de 1983 de un paro cardíaco. Sin dudas, Luis Monti es parte de la historia del fútbol mundial y un sobreviviente que tuvo que convivir con presiones extras cuando lo único que él quería era disfrutar del deporte que amaba.