miércoles, 31 de octubre de 2012

Luis Monti: el futbolista que jugó dos mundiales bajo amenaza



Mediocampista aguerrido, con mucho temple e impasable en la mitad de la cancha. Dueño de un remate violento y una gran seguridad en el juego aéreo; Luis Monti juntaba todas esas cualidades que lo hacían una pieza clave en el funcionamiento de cualquier equipo de fútbol. En las próximas lineas contaré la historia del único futbolista que jugó dos finales de Copa del Mundo para  países diferentes.

Nacido un 15 de mayo de 1901 en Buenos Aires, el Doble Ancho, como era apodado por su gran físico, dio sus primeros pasos en el Club Mitre, con el cual ascendió a la primera división argentina en 1920. Al año siguiente, el club por problemas económicos dejó de existir, entonces, el mediocampista recaló en Huracán.

En el club de Parque Patricios tuvo un corto paso, hasta que cruzó de vereda y se fue al equipo rival: San Lorenzo de Almagro. En el conjunto azulgrana empezó a tomar notoriedad dentro del fútbol nacional. Fueron 10 temporadas en las cuales ganó los campeonatos de 1923, 1924 y 1927.

En 1927 gana con la selección el Campeonato Sudamericano (hoy Copa América) disputado en Perú. Un año después la Argentina pierde con Uruguay en la repetición de la final de los Juegos Olímpicos de Amsterdam, pese al gol que marca el propio Monti en el primer partido de la final y gana la medalla de Plata. Para el Mundial del '30, Argentina llegaba como una gran candidata, y buscaba levantar la flamante copa Jules Rimet.

El conjunto nacional debutó el 15 de junio venciendo a Francia por 1 a 0 en Montevideo, gracias a un potente tiro libre de Luis Monti, marcando el que sería el primer gol argentino en Copas del Mundo. Luego, la albiceleste venció sin problemas a México y a Chile por 6 a 3 y 3 a 1, respectivamente. Ya en la semifinal, Argentina vapulea, con gol de Monti, por 6 a 1 a los Estados Unidos y se clasifica para la primera final del Mundial, nada más y nada menos que ante el equipo anfitrión, Uruguay.

Antes del encuentro definitorio, la delegación argentina sufre amenazas de todo tipo por parte de los fanáticos locales que buscaban no dejarlos descansar. Pero en especial, Luis Monti fue el principal blanco de amenazas, hasta de muerte, ya que era la pieza clave en el mediocampo. Los jugadores se dieron cuenta que si ganaban las cosas iban a terminar mal.

El 30 de julio de 1930, el estadio Centenario de Montevideo explotaba. Miles de uruguayos asistieron a apoyar a su seleccionado en busca de su primer Mundial. A los 12 minutos, los locales se ponían en ventaja gracias al gol de Pablo Dorado, todo parecía ser una fiesta para los charrúas. Pero 8 minutos después, Carlos Peucelle puso la paridad en el partido y a los 37 minutos Guillermo Stábile, goleador del torneo con 8 tantos, le daba la sorpresiva victoria parcial al conjunto albiceleste.
Luis Monti  y el Centenario de fondo

En el entretiempo, lo que en cualquiera de los casos sería un vestuario eufórico y exultante era todo lo contrario. Las caras tristes, el miedo y la incertidumbre se habían apoderado de ese vestuario argentino.. "Pibe, si ganamos hoy no salimos vivos", le explicaba nuestro protagonista a un juvenil Pancho Varallo que poco entendía la situación.

Esos once jugadores, que hasta ese momento no habían tenido algún sobresalto, empezaron a sentirse más visitantes que nunca. El propio Monti, años después contaría:
Al volver para el segundo tiempo había unos 300 milicos con bayonetas. A nosotros no nos iban a defender. Me di cuenta de que si tocaba a alguien, se prendía la pólvora. Entonces, les dije a mis compañeros: "Estoy marcado, pongan ustedes porque yo no puedo".
Las amenazas antes y durante el partido hicieron mella en ese jugador dueño de la mitad de la cancha e impasable. El Doble Ancho deambulaba en la cancha sin poder demostrar su categoría.
Finalmente, en el segundo tiempo Uruguay dio vuelta el partido, gracias a los goles de Pedro Cea, Victoriano Iriarte y Héctor Castro. Fue 4 a 2 para la celeste y su primera Copa del Mundo.

Luego de esta desilusión, Luis Monti pasaría un año sin jugar al fútbol hasta que  en 1931, buscando un mejor porvenir económico, emigró a la Juventus de Italia. Allí viviría su mejor etapa como futbolista, ganando cuatro Scudettos seguidos (1931/32, 1932/33, 1933/34 y 1934/35) y convirtiéndose en un jugador indispensable para el equipo. Gracias a sus buenas actuaciones en la Vecchia Signora, fue convocado a la selección italiana, en la que debutó en noviembre del ´32 en un partido amistoso.

Para el Mundial 1934, Monti era un número fijo en el equipo azzurro que sería el anfitrión de esa segunda edición del torneo más importante del fútbol internacional y podría tener su revancha después del triste final de la selección argentina en Uruguay. No era el único argentino en ese plantel: Atilio De María, Enríque Guaita y Raimundo Orsi eran los otros tres oriundi nacidos en Argentina que integraban el plantel.

Italia tenía un gran equipo, comandado en la cancha por el entonces delantero del Inter Giuseppe Meazza y tácticamente por Vittorio Pozzo. Pero, esa época era el apogeo de Benito Mussolini en el poder de la península itálica, y este vio como una gran propaganda el Mundial en su país y se obsesionó con este torneo. Es así que llegó a decirle al entrenador, días antes que arranque la contienda: "Usted es el único responsable del éxito. Pero que Dios lo ayude si llega a fracasar". Otra vez, las amenazas surgían alrededor de nuestro protagonista.
Luis Monti con la camiseta italiana

Con la presión sobrevolando en el aire, Italia comenzó su participación en el Mundial el 27 de mayo de 1934, venciendo fácilmente a Estados Unidos por 7 a 1, en Roma. Cuatro días después, en la instancia de cuartos de final empató con España, en un partido áspero y con mucha violencia que llegó hasta el tiempo suplementario, en el que los hispanos terminaron con casi medio equipo averiado.

En la repetición del último partido (ya que por entonces no existían los penales), Italia se deshizo de una España diezmada por la dura batalla anterior, venciéndola con gol de Meazza. En las semifinales, la azzurra venció a Austria en el San Siro, con una gran actuación de Monti, por 1 a 0 con gol de Guaita y entonces se clasificó a la gran final del torneo frente a Checoslovaquia.

La cita era el 10 de junio en el Estadio Olímpico de Roma, por entonces conocido como Estadio del Partido Nacional Fascista. Más de 50 mil italianos, entre ellos Il Duce como era conocido Benito Mussolini, estaban expectantes de lo que pasaría en ese partido.

El partido era muy parejo y en los primeros 45 minutos, ninguno de los dos equipos había podido romper la paridad. En el entretiempo las amenazas en torno al conjunto italiano empezaron a resurgir (se dice que el mismo Mussolini visitó al plantel, aunque no hay datos al respecto) y más aún en el segundo tiempo cuando, faltando 20 minutos para el final, el extremo izquierdo checoslovaco Puc adelantaba a su equipo en el marcador, aprovechando un córner. El estadio de un momento a otro se había silenciado,  Mussolini veía como su plan se iba por la borda y los jugadores empezaban a temer por su vida. Pero a los 81 minutos, Orsi, otro argentino, empataba el partido y hacía resurgir de las cenizas a una Italia que estaba al borde del abismo.
Los italianos celebrando su triunfo
El partido llegó al tiempo extra, y a los 5 minutos del mismo, Angelo Schiavio decretó la victoria del equipo local, para alegría de los tiffosi presentes en el encuentro. Italia era campeona del mundo y Luis Monti sobrevivía a otra situación tensa relacionada al fútbol.

Cinco años después, Monti regresó al continente americano para jugar en el Colo Colo chileno, donde ganó el campeonato Nacional de 1941, y se retiró en ese mismo equipo en 1943. Luego del retiro, ejerció como entrenador en varios clubes italianos, entre ellos la Juventus, y en el país también, con un paso por Huracán.

Ya alejado del mundo del fútbol, se instaló en la ciudad de Escobar, en la provincia de Buenos Aires y vivió allí el resto de su vida, hasta fallecer el 9 de septiembre de 1983 de un paro cardíaco. Sin dudas, Luis Monti es parte de la historia del fútbol mundial y un sobreviviente que tuvo que convivir con presiones extras cuando lo único que él quería era disfrutar del deporte que amaba.