Uruguay fue profeta en su tierra y se coronó como el primer campeón de los Mundiales. |
La historia de los Mundiales dio comienzo y fueron los Charrúas quienes estrenaron el palmarés. La Celeste cerró una década de oro con un título más en sus vitrinas.
Eran otros tiempos los que corrían; habían pasado más 10 años de la Primera Guerra Mundial y el fútbol comenzaba a transitar un camino que lo llevaría a una popularidad inalcanzable para cualquier otro deporte o actividad. Aquel juego inventado en Inglaterra en el último cuarto del Siglo XIX, sin saberlo, comenzó a desandar un recorrido que continúa hasta hoy. Desde los primeros remates entre las fábricas de Sheffield hasta los goles de Cea e Iriarte, en un Centenario colmado, la pelota rodó y comenzó a escribir una historia que todavía no termina.
Era el momento de inaugurar el primero de los Mundiales y Uruguay, doble campeón olímpico y anfitrión, fue quien estrenó el palmarés de una competición que con los años sería codiciada por muchos. La Celeste levantó la flamante copa ante su gente y confirmó porque fue uno de los mejores equipos de la historia del pequeño país sudamericano. Entre el 13 y el 30 de julio de 1930 se vivió la primera fiesta mundialista.
Póster de Uruguay 1930 |
Los equipos rioplatenses fueron quienes dominaron las acciones ante la escasa participación de las selecciones del viejo continente, pero los Charrúas fueron quienes se adueñaron de la primera Copa del Mundo. Con la seguridad bajo los tres palos de Enrique Ballestrero, la firmeza abajo del capitán José Nasazzi, la magia de Héctor Scarone y la fiereza del goleador Pedro Cea, la Celeste sumó su primera estrella. Como en Amsterdam 1928, la final enfrentó a los seleccionados que comparten el Río de la Plata, en un encuentro histórico y marcado por las
sospechas que hasta incluyeron al famoso tanguero Carlos Gardel.
Un Centenario con más de 60 mil personas fue testigo de la primera definición mundialista, nada menos que entre países hermanos. Uruguay, que había hecho un camino perfecto salvo algún sobresalto en la semifinal ante Yugoslavia y un duro debut ante Perú, se adelantó en el marcador por intermedio de Marcos Dorado, con apenas 12 minutos de juego. El estadio era un infierno celeste.
Se presuponía completa la fiesta para los locales, pero en una ráfaga de efectividad Argentina demostró su poderío futbolístico y dejó un silencio abrumador en las gradas del imponente estadio: Carlos Peucelle a los 20 y Guillermo Stábile, goleador del campeonato, a los 37 silenciaron a Montevideo y a todo Uruguay.
Mucho se habló de la polémica en este partido. Las dos pelotas, las presiones a los albiceleste en el entretiempo, las amenazas al capitán Luis Monti y hasta del arbitraje del belga Jean Langenus. Lo cierto es que el combinado visitante salió a jugar la segunda etapa en un ambiente hostil parecido al de una guerra y, suspicacias aparte, la Celeste lo terminó apabullando categóricamente haciendo gala de esa garra charrúa que 20 años más tarde se haría notar nuevamente, pero en territorio brasileño.
Pedro Cea empató a los 12 minutos del complemento, Victoriano Iriarte aumentó y Héctor Castro sentenció el encuentro en el último instante de juego. Uruguay era el primer campeón del mundo y coronaba con la obtención de la Copa Jules Rimet una de sus etapas futbolísticas más brillantes. Los dos oros olímpicos logrados en la década anterior (París 1924 y Amsterdam 1928) completaban la faena del mejor equipo de la época en que el fútbol comenzó a dejar de ser un deporte para convertirse en una pasión.
Reunión de capitanes en la final: Nasazzi y Ferreira. |
Un Centenario con más de 60 mil personas fue testigo de la primera definición mundialista, nada menos que entre países hermanos. Uruguay, que había hecho un camino perfecto salvo algún sobresalto en la semifinal ante Yugoslavia y un duro debut ante Perú, se adelantó en el marcador por intermedio de Marcos Dorado, con apenas 12 minutos de juego. El estadio era un infierno celeste.
La salida a la cancha. |
Mucho se habló de la polémica en este partido. Las dos pelotas, las presiones a los albiceleste en el entretiempo, las amenazas al capitán Luis Monti y hasta del arbitraje del belga Jean Langenus. Lo cierto es que el combinado visitante salió a jugar la segunda etapa en un ambiente hostil parecido al de una guerra y, suspicacias aparte, la Celeste lo terminó apabullando categóricamente haciendo gala de esa garra charrúa que 20 años más tarde se haría notar nuevamente, pero en territorio brasileño.
Pedro Cea empató a los 12 minutos del complemento, Victoriano Iriarte aumentó y Héctor Castro sentenció el encuentro en el último instante de juego. Uruguay era el primer campeón del mundo y coronaba con la obtención de la Copa Jules Rimet una de sus etapas futbolísticas más brillantes. Los dos oros olímpicos logrados en la década anterior (París 1924 y Amsterdam 1928) completaban la faena del mejor equipo de la época en que el fútbol comenzó a dejar de ser un deporte para convertirse en una pasión.
El camino de Uruguay al título
Fase de grupos:
- 18/07/1930, 1-0 a Perú ( Castro 60') en el Estadio Centenario.
- 21/07/1930, 4-0 a Rumania (Dorado 7', Scarone 24', Anselmo 30' y Cea 35') en el Estadio Centenario.
Semifinal:
- 27/07/1930, 6-1 a Yugoslavia (Vujadinovic 4'-YUG-, Cea 18', Anselmo 20' y 31', Iriarte 61' y Cea 67' y 72'-URU-) en el Estadio Centenario.
Final:
- 30/07/1930, 4-2 a Argentina (Dorado 12'-URU-, Peucelle 20', Stábile 37'-ARG-, Cea 57', Iriarte 68' y Castro 89'-URU-) en el Estadio Centenario.