lunes, 20 de octubre de 2014

Italia 1938: vencer o morir

La Azzurra se alzó con un nuevo título mundial en Francia.

Poco o casi nada había cambiado para la selección de Italia de un Mundial a otro. El técnico seguía siendo Vittorio Pozzo, la base del equipo se mantenía aunque ya no estaban los oriundi albicelestes y las presiones del insufrible Benito Mussolini seguían a la orden del día. Lo único diferente era que en ese 1938 Francia era el país encargado de albergar el tercer Campeonato del Mundo, el último antes de la Segunda Guerra Mundial y aquel en el que los jugadores vestidos de azul esquivaron a la muerte, una vez más.
El temible Benito Mussolini.

No contento con haber presionado a los integrantes de la Nazionale cuatro años atrás en su país, il Duce esta vez amenazó a Vittorio Pozzo y compañía de una manera más práctica y a tono con la tecnología de la época. Un escueto telegrama expresaba la postura del dictador: "Vencer o morir". El equipo italiano, que contaba en sus filas con solo cuatro jugadores del conjunto campeón de 1934 (Ferrari, Meazza, Monzeglio y Masetti) debió convivir con la presión otra vez.
Uno de los afiches del Mundial.

Lo cierto es que Francia recibía una Copa del Mundo en la antesala de lo que sería la guerra más sanguinaria de la historia y con una Europa en plena ebullición: en Alemania se erigía fuertemente la figura de Adolf Hitler y bajo su mando los teutones se adueñaron de Austria, mientras que España se estaba desangrando en un conflicto interno. Todo hacía prever que el Mundial sería organizado por Argentina (en teoría iban a turnarse uno en cada continente), pero Jules Rimet dio un giro y se llevó la creciente competición a su propio país. Allí, el furor mundialista comenzó a hacerse notar y una selección renovada y apoyada en dos pilares como Giovanni Ferrari y Giuseppe Meazza se consagró desplegando un vistoso juego, como para que a Pozzo no le achaquen el polémico título anterior.
Foni despejando la pelota. La solidez en defensa fue clave.

Yendo de menos a más, Italia pasó el primer escollo sufriendo más de los esperado. Noruega le opuso una resistencia más que digna y recién en el alargue los campeones defensores pudieron torcer el marcador. La Nazionale había empezado ganando desde el vestuario con un tanto de Pietro Ferraris, pero cuando no quedaba nada los escandinavos (¿?) sorprendieron y empataron por medio de Arne Brustad. El alargue aparecía una vez en el camino de los campeones, pero las dudas, por si había algunas, se disiparon con el rápido gol de Silvio Piola.

En cuartos llegó la selección francesa, anfitriona y dispuesta a acabar con el reinado azzurro. Pero con más de 58 mil personas en contra, los pupilos de Vittorio Pozzo inflaron el pecho y se llevaron por delante al combinado local. Nuevamente los delanteros italianos se pusieron el equipo al hombro y llevaron a la victoria en el Estadio Colombes de París: Gino Colaussi y Silvio Piola, en dos ocasiones, anotaron los goles del equipo que para ese encuentro se vistió de negro y al hacer el saludo fascista (cualquier similitud con los Camisas Negras es mera coincidencia) se ganó los silbidos de todo el estadio. Oscar Heisserer había empatado transitoriamente el encuentro que marcó que por primera vez habría un campeón mundial que no fuera el dueño de casa. 

Brasil aparecía en el radar para las semifinales y pese a que todavía no tenía la gran historia
Leónidas con el público.
mundialista que tiene en la actualidad (de hecho era su primera vez entre los cuatro mejores), la presencia del crack Leónidas Da Silva, el primer gran ídolo verdeamarelo del fútbol, imponía respeto. El Vélodrome de Marsella recibió a los dos conjuntos con una sorpresa que hasta el día de hoy sigue haciendo ruido: el técnico brasileño Adhemar Pimenta no puso en el campo ni al propio Leónidas ni a Tim (de recordado paso como técnico en el San Lorenzo campeón de 1968). Con cierto tono de altanería el entrenador justificó su decisión en la previa del encuentro: "Los quiero frescos para la final".


La jugada le salió pésima al entrenador, porque se olvidó que enfrente tenía al último campeón mundial comandado por Giuseppe Meazza y con la dirección técnica de Vittorio Pozzo. Brasil no sufrió un doloroso 1-7 como en estos días, pero perdió 2-1 con tantos de Colauzzi y el mismo Peppino Meazza y la soberbia de Pimenta privó a un fenómeno como Leónidas de levantar la Copa. La Azzurra una vez más estaba en la definición y a un solo paso de eludir las amenazas.

El sorteo antes de la final.

El cielo cubierto de nubes recibió a Italia nuevamente en una final, aunque esta vez no era en Roma con su público, sino que en el Estadio Colombes de París ante una multitud en su contra y el rival era la sorprendente Hungría, que todavía no contaba con Ferenc Puskas, pero era un equipo de temer.

Poco temió el seleccionado italiano en aquella tarde. Piola y Colaussi jugaron un partido brillante ante las 45 mil personas que hinchaban por el equipo rival (mejor dicho, en contra del régimen de Mussolini) y con sus tantos consumaron el bicampeonato mundial. Fue 4-2 la victoria para la Azzurra que, pese al empate transitorio de Pal Titkos al minuto 8, nunca corrió riesgos. Al mando de Vittorio Pozzo, Meazza y compañía se metían de lleno en la historia y, como en los campos de juego, eludían al Duce, una vez más. 



El camino de Italia al título

Vittorio Pozzo con la Copa del Mundo una vez más en sus manos.

  • Primera ronda: Italia 2-1 (TE) Noruega (Pietro Ferraris 2'-ITA-, Arne Brustad 83'-NOR- y Silvio Piola 94'-ITA-), el 5 de junio de 1938 en el Stade Vélodrome, Marsella.
  • Cuartos de final: Francia 1-3 Italia (Gino Colaussi 9'-ITA-, Oscar Heisserer 10'-FRA-, Silvio Piola 51' y 72'-ITA-), el 12 de junio de 1938 en el Stade Olympique Colombes, París.
  • Semifinal: Italia 2-1 Brasil (Gino Colaussi 51', Giuseppe Meazza 60'-ITA- y Romeu 87'-BRA-), el 16 de junio de 1938 en el Stade Vélodrome, Marsella.
  • Final: Italia 4-2 Hungría (Gino Colaussi 6' y 35'-ITA-, Pal Titkos 8'-HUN-, Silvio Piola 16' y 82'-ITA- y Gyorgy Sarosi 70'-HUN-), el 19 de junio de 1938 en el Stade Olympique Colombes, París.


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